La calçotada
Catalunya está llena de tradiciones y costumbres: los castells, las sardanas, el pan con tomate… pero en el ámbito gastronómico hay que destacar una hortaliza que cada vez se cultiva en más zonas de tierras catalanas y españolas: el calçot.
Cada año se recolectan alrededor de 55 millones de calçots, un 10% de los cuales llevan la etiqueta de denominación de origen de la Indicación Geográfica Protegida “Calçot de Valls”. Esta producción tiene unas repercusiones económicas muy importantes sobretodo por las cuatro comarcas productoras más importantes: el Tarragonès, el Baix Camp, el Alt Camp y el Baix Penedès.
Sobre el origen del calçot hay varias versiones pero la más conocida es la que atribuye a Xat de Benaiges, un campesino que vivió en Valls a finales del siglo XIX, la invención de este cultivo. Xat de Benaiges puso un par de brotes de cebollas al fuego y descubrió por azar un plato que a principios del siglo XX ya había acontecido habitual en muchos hogares de Valls.
Desde entonces el consumo de los calçots o calçotada ha acontecido una fiesta gastronómica conocida por todas partes, especialmente en Catalunya. Los calçots se consumen habitualmente durante los meses de enero, febrero y marzo, se cuecen con leña proveniente de sarmientos o rodales de viña y se consumen acompañados de una salsa típica, la dicha salvitxada, que es una salsa de tipo romesco.
No fue hasta mediados del siglo pasado que el calçot se conoció fuera del Alt Camp, especialmente por la divulgación hecha por la pandilla artística y humorística l'Olla.
La Festa del Calçot de Valls, que se celebra el último domingo del mes de enero, cumplió 100 años en 1996. Se celebran tres concursos: el concurso de cultivadores de calçots, el concurso de salsa de la calçotada y el concurso de comedores de calçots.